Calle arriba, caminé tranquilo 
 al encuentro de un invierno frío 
 que dejé pasar. 
    Al doblar la esquina y en la acera, 
 di de bruces con la primavera, 
 no la vi llegar.   
 Un verano sin excusa 
 en otoño me olvidó la musa 
 me dejó marchar.   
 Me dormí en las estaciones 
 y ahora el tren parado por vacaciones 
 no quiere arrancar.   
 El silbato es la esperanza nueva 
 y por fin los campos ahí afuera, 
 van quedando atrás.   
 Ya se acerca la estación nevada 
 bajo y cumplo años de pasada 
 y una estrella más.   
 Se dibujan los colores, 
 vivos en la magia de las flores 
 en la luz vital.   
 Rodeado de equipajes 
 que se pierden entre viaje y viaje, 
 queda recordar.   
 Y por esto vivo el día, 
 día simple, día claro, 
 vivo al menos sin temores 
 sin el miedo de gozar.   
 Cada pueblo, cada puente, 
 cada cruce me han enseñado 
 que con hoy es suficiente.   
 Calle arriba, caminé tranquilo 
 al encuentro de un soñado estío 
 que hubo que pasar.   
 Al doblar la esquina en la primera 
 el otoño me enseñó quien era 
 me invitó a pensar.   
 Se dibujan los colores, 
 vivos en la magia de las flores 
 en la luz vital.   
 Rodeado de equipajes 
 que se pierden entre viaje y viaje, 
 queda recordar.   
 Y por eso vivo el día 
 día simple día claro 
 vivo al menos sin temores 
 sin el miedo de gozar.   
 Cada pueblo, cada puente, 
 cada cruce me ha enseñado 
 que con hoy es suficiente 
 y mañana es demasiado.   
 Y por esto vivo el día 
 día simple, día claro. 
 Vivo al menos sin temores 
 sin el miedo de gozar.   
 Cada pueblo, cada puente, 
 cada cruce me ha enseñado 
 que con hoy es suficiente 
 y mañana es demasiado.