- cifra   
  
      
   Aquí yace una pobre mujer 
 
 que se murió de cansada. 
 
 En su vida no pudo tener 
 
 jamás las manos cruzadas. 
 
  
  De este valle de trapo y jabón 
 
 me voy como he venido, 
 
 sin más suerte que la obligación, 
 
 más pago que el olvido. 
  
 
 Aleluya, me mudo a un hogar
 
 donde nada se vuelve a ensuciar. 
  
 
 Nadie me pedirá de comer 
 
 en mi última morada 
 
 no tendré que planchar ni coser 
 
 como condenada. 
  
 
 Cantan ángeles alrededor 
 
 de la eterna fregona 
 
 y le cambian el repasador 
 
 por una corona. 
  
 
 No lloréis a esta pobre mujer 
 
 porque se encamina 
 
 a un hogar donde no hay que barrer, 
 
 donde no hay cocina. 
  
 
 Aleluya esta pobre mujer 
 
 bienaventurada, 
 
 ya no tiene más nada que hacer 
 
 y ya no hace nada.