Cuando bajes a la tierra
 
 a llevarte el alma mía,
 
 entre tu plumaje blanco
 
 tachonado de fulgor.
 
 Cantaré para ti sola
 
 con la dulce melodía,
 
 la canción mas tierna y pura
 
 que jamás canté al amor.
 
  
  Yo he soñado con tus besos,
 
 mil ensueños arrullando,
 
 yo soñé con la esperanza
 
 de poderte acariciar.
 
 Pero tan humildemente,
 
 como aquel que esta implorando,
 
 la mirada de la virgen
 
 con temor de profanar.
  
 
 Cerrando los ojos yo veo tu visión,
 
 tan bella y divina como una ilusión,
 
 yo siento que pasas muy cerca de mí
 
 y extiendo los brazos, diciéndote así:
 
 Llévame contigo a un mundo mejor,
 
 qué hago yo tan solo con este dolor,
 
 me miras, me besas y echando a volar,
 
 despierto de un sueño, que triste es soñar.
  
 
 A tu paso los rosales
 
 van volcando su fragancia,
 
 en el arpa del poeta
 
 se estremece un madrigal.
 
 Y los bruscos ruiseñores
 
 con olímpica arrogancia
 
 cantan, cantan tus canciones
 
 en un coro pasional.
  
 
 Y los pechos desolados
 
 que sufrieron lo que encierra
 
 el espasmo de la vida,
 
 de esta vida que es dolor.
 
 Al mirarte tan clemente
 
 inclinada hacia la tierra,
 
 te bendicen de rodillas
 
 como el ángel redentor.