Yo sé que fuiste un ser predestinado
 
 en el sangriento drama de Jesús,
 
 tú, Judas, sombra negra de su cruz,
 
 el más odiado, frente al dolor de Magdalena,
 
 nadie te quiso disculpar,
 
 nadie quiso ayudarte,
 
 ni salvar de tu condena.
 
 Tu misma conciencia hostil
 
 te acusó de infame y vil.
 
 Y pensar que Dios te hizo modelo de traidor,
 
 para salvar al mundo
 
 y el mundo sigue peor.
 
  
  Tu tragedia me desgarra el alma,
 
 tu delito es un grito de dolor.
 
 ¡Por nuestra culpa!
 
 ¡Por nuestra culpa, nada más!,
 
 llevás la marca de traidor.
 
 Ante el gesto irónico del mundo
 
 que no vio tu triste abnegación,
 
 abrazado a tus pies ensangrentados,
 
 yo te pido perdón.
  
 
 Oíste los insultos mas acerbos
 
 de todas esas turbas hasta el fin,
 
 donde hicieron contigo su festín
 
 los negros cuervos,
 
 alma maldita y perseguida,
 
 te despreció la humanidad,
 
 para justificar su deslealtad frente a la vida.
 
 Pasaron después del horror
 
 veinte siglos de dolor,
 
 y hoy igual que ayer prosigue,
 
 la farsa y la traición
 
 y los seres se matan,
 
 aullando de ambición.