1. 1

    Ángel Villoldo - El choclo (Villoldo)

  2. 2

    Ángel Villoldo - El Cachafaz

  3. 3

    Ángel Villoldo - Bazar de La Mescolanza

  4. 4

    Ángel Villoldo - Brisas Camperas

  5. 5

    Ángel Villoldo - Calandria (a)

  6. 6

    Ángel Villoldo - Cantar Eterno

  7. 7

    Ángel Villoldo - Catorce

  8. 8

    Ángel Villoldo - Cuerpo de Alambre

  9. 9

    Ángel Villoldo - Cuidado Con Los 50

  10. 10

    Ángel Villoldo - Desgracias de Un Marido

  11. 11

    Ángel Villoldo - Doña Juana Rabanito

  12. 12

    Ángel Villoldo - El baile de Ña Baldomera

  13. 13

    Ángel Villoldo - El Criollo Más Criollo

  14. 14

    Ángel Villoldo - El Mayordomo

  15. 15

    Ángel Villoldo - El Negro Alegre

  16. 16

    Ángel Villoldo - El Porteñito

  17. 17

    Ángel Villoldo - El Terrible

  18. 18

    Ángel Villoldo - El Torito

  19. 19

    Ángel Villoldo - El Trece

  20. 20

    Ángel Villoldo - En La Ausencia

  21. 21

    Ángel Villoldo - Homenaje a Saravia

  22. 22

    Ángel Villoldo - La Culpa Vos La Tuviste

  23. 23

    Ángel Villoldo - La Farra de Rosa "la Piojito"

  24. 24

    Ángel Villoldo - La Florista

  25. 25

    Ángel Villoldo - La Morocha

  26. 26

    Ángel Villoldo - La Promesa

  27. 27

    Ángel Villoldo - Las Viejas Solteronas

  28. 28

    Ángel Villoldo - Matufias (O el arte de vivir)

  29. 29

    Ángel Villoldo - Pamperito

  30. 30

    Ángel Villoldo - Recetas del Dr. Macanitis

  31. 31

    Ángel Villoldo - Soy tremendo

  32. 32

    Ángel Villoldo - Testamento de Un Paisano

Bazar de La Mescolanza

Ángel Villoldo

Transitaba la otra noche
por una calle central
de esta hermosa Capital,
cuando llamó mi atención
un grotesco cartelón
que colgado de una lanza,
un muñeco con gran panza,
muy orondo, sostenía,
y en letras gordas decía:
"Bazar de la mescolanza".

Pecando yo de curioso
frente al bazar me piré,
y un buen rato me quedé
observando lo que había.
La gente entraba y salía
en colosal entrevero,
ni "don Juan, el del aujero"
le podría competir;
era aquello, sin mentir;
inagotable hormiguero.

Allí se hallaban mezlados
con la copetuda dama
la nodriza, la mucama
y el compadre callejero;
señoritas de sombrero
junto al mozo de cordel,
hasta el gallego Samuel,
el tipo cambalachero,
se hallaba en el entrevero;
en fin: era una Babel.

Había preciosas telas
de gró, de seda y fular;
tijeras para esquilar,
lámparas calentadores,
cintas de todos colores,
alpargatas uruguayas,
queso gruyere, pantallas,
calzoncillos, bicicletas,
carbón de coco, galletas,
papas, relojes y mallas.

De música y cirugía
infinidad de instrumentos:
parches porosos, ungüentos
y otras muchas medicinas;
orejones y sardinas,
betún, pimientos morrones,
brillantes y camarones,
patas de chancho, zapallos,
pomada para los callos,
pamelas y levitones.

La gente daba mil vueltas
estorbándose el camino,
y en revuelto torbellino
el negocio se encontraba.
El público respiraba
una atmósfera cargante;
yo permanecí un instante
tan sólo por curiosear,
pero tuve que escapar
"como rata por tirante".

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